Ruinas de Lindisfarne

Seguimos recorriendo el noreste inglés y hoy nos detenemos en la isla de Lindisfarne, a la que podemos acceder a pie cuando hay marea baja pero que queda totalmente aislada los días de marea alta.

Tiene una población cercana a las 100 personas y es conocida también como ‘Isla Santa’. Aquí funcionó un monasterio, el Monasterio de Lindisfarne que fue fundado por San Aidan, un santo irlandés que ayudo a propagar el cristianismo en la zona norte del país.

Los monjes escoceses llegaron y se instalaron en la isla, pero los constantes ataques vikingos supusieron una amenaza para el crecimiento de Lindisfarne.

Asustados por los vikingos, los monjes abandonaron la isla y no regresaron hasta el año 1000, en pleno tiempo de los normandos. Aquí se establecieron los benedictinos hasta que Enrique VIII ordeno la supresión total de los monasterios.

La mayor atracción de la pequeña isla son las ruinas del complejo monástico que hoy se muestran como piedras solitarias que se alzan pacíficas donde antaño funcionará un bullicioso monasterio.

Sus paisajes son maravillosos y entre las ruinas se suelen realizar hermosos días de campo que dan cuenta de los bellos escenarios de la costa norte de Inglaterra.

El priorato de Lindisfarne supo ser uno de los más importantes del cristianismo en sus orígenes. Durante años se depositaron allí los huesos de San Curhbert, un santo que vivió y murió en la zona, otorgándole a la zona cierto aspecto mágico.

Antes de emprender un viaje a la isla Lindisfarne conviene averiguar los horarios de la marea, ya que sino puedes quedar atrapado por un tiempo en la isla. El precio de la entrada al complejo de ruinas es de 4,5 libras por adulto.

Fuente: foto

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